jueves, 9 de abril de 2015

Sexualidad y discapacidad


Como podemos encontrar en el libro de Francisco Cabello Santa María, sobre sexualidad y discapacidad física, hasta hace muy pocos años la sexualidad de personas discapacitadas estaba relegada en un enorme cajón que los sexólogos denominan… “Mitos sexuales”.
Según Chipouras (citado por Delfín, 1994), los mitos sobre la sexualidad de las personas con necesidades físicas especiales son:
·         Los minusválidos son asexuales.
·         Los minusválidos dependen de los demás y son como niños por lo que necesitan que se les proteja.
·         La incapacidad física genera incapacidad sexual.
·         Los minusválidos deberían hacer su vida y casarse con personas como ellos.
·         Los padres de los niños minusválidos no quieren educarlos.
·         Es esencial que para la satisfacción sexual que el coito termine enorgasmo.
·         Si un minusválido tiene un problema sexual casi siempre es resultado de su padecimiento.
·         Si una persona normal se relaciona con un minusválido es porque el primero no es atractivo para nadie.

Evidentemente , quien considere que sexualidad es igual a genitalidad, difícilmente puede imaginar que algunas personas personas con necesidades físicas especiales tienen una sexualidad plenamente satisfactoria.
De hecho, se entiende por discapacidad física la imposibilidad de realizar algunas actividades a causa de una lesión organical al mismo tiempo se puede definir la sexualidad como aquella dimensión inherente a la persona que sirve para la reproducción, la comunicación y el placer. Como comunicarse y obtener placer son posibilidades superiores donde lo cognitivo y afectivo resulta mas importante que lo estrictamente físico, no parece en principio, que cualquier persona con necesidades físicas especiales tenga que rehusar a comunicarse o percibir sensaciones placenteras en relación a la sexualidad.
Un estudio reciente (Kennedy, 1990) donde se compara la respuesta sexual de los lesionados medulares y no lesionados, frente a las películas  y textos eróticos, demuestra que si bien la respuesta genital es distinta dependiendo del nivel medular de la lesión, los autoregistros que tratan de medir  la activación subjetiva de cada sujeto son similares en ambos grupos.
No obstante, poca atención se le ha prestado hasta ahora a la sexualidad de los hombres con minusvalías, y aun menos, a la mujeres con idéntico problema- aparte del denostado machismo, las mujeres solo suponen un 20% del total de lesionados medulares, discapacidad mas frecuente en la actualidad (Martinez y Brackett,1994)-Para comprobarlo solo hay que repasar  bibliografía anterior a diez años y encontraremos exhaustivos tratados sobre las características de las distintas lesiones, donde la sexualidad brilla por su ausencia. Podemos localizar algo sobre las posibles interferencias de la patología lesional en la reproducción , pero nada o casi nada sobre otros aspectos de la sexualidad (comunicación y placer).
Afortunadamente, en la década de los ochenta surge de repente un mayore interés por el tema, de tal forma, que sólo en 1980 se organizan ocho reuniones científicas internacionales para tratar el asunto (Waynberg,1982).
Lo cierto es tal vez, que por el reconocimiento actual de la sexualidad como un derecho natural, por las propias reivindicaciones de personas con necesidades físicas especiales organizadas, por la alta incidencia (1000 nuevos casos anuales de lesionados medulares en España según  Curcoll y Vidal, 1992), y/o en parte, debido a un creciente interés profesioanl, hemos llegado a considerar los siguientes derechos sexuales de las personas con necesidades físicas especiales (Chigier, 1972, 1995):
·         Derecho a recibir información sobre sexualidad.
·         Derecho a recibir educación sexual.
·         Derecho a expresarse sexualmente.
·         Derecho a la maternidad/paternidad.
·         Derecho  a tener acceso a servicios de ayuda.

Sin embargo, todavía  en Noviembre de 1989, se publicaba un trabajo de H. Aars sobre calidad de vida de los afectados por esclerosis multiple, dónde se explicita que la mayoría de los pacientes se quejan del escaso asesoramiento a nivel sexual que reciben, pese que  a que del 71 al 91% de los hombres y del 56 al 72% de las mujeres, los trastornos sexuales constituyen uno de los síntomas fundamentales (Dupont, 1995).
En este sentido, Tepper (1992) observa que sólo un 45% de lesionados medulares reciben información sobre sexualidad, de los cuales, escasemente al 48% le resulta suficiente la atención recibida. La probabilidad de no recibir información sexual, es dos veces mayor si se trata de mujeres.
Afortunadamente, hemos ido avanzando en este terreno. Desde la fundación en 1944 del primer centro para lesionados medulares a cargo de  Sir Ludwing Guttman, hasta nuestos días, ha llovido bastante. En la actualidad, la mayoría de los centros donde se atiende a lesionados medulares, cuentan con equipos multidisciplinares para el abordaje de la sexualidad.
Por desgracia, menos atención sexológica reciben las personas afectadas de otras patologías neurológicas (parálisis cerebral, distrofia muscular, ect) que también lo necesitan.
Será fundamental, por tanto, que los responsables sanitarios tomen conciencia de la impotancia de la universalización  de la atención sexual a todas las personas con necesidades físicas especiales, que constituyen un 7% de la población mundial, según datos de la OMS (Delfín, 1994).




AMOR SOBRE RUEDAS



Como podemos ver en el siguiente vídeo, actualmente las personas con discapacidad pueden tener una vida sexual normal con su pareja, sin sentirse excluidos.


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